Eusko Jaurlaritza - Gobierno Vasco

Departamento de Política Lingüística y Cultura

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Iñaki Lopez de Aguileta


iñaki lopez de aguileta

P: Municipios del País Vasco y políticas culturales: Valoración de la situación actual de las políticas culturales municipales en la CAPV. Retos que se les plantean a los municipios, diferenciando la reflexión según tamaño de los municipios (hay que tener en cuenta que más del 73% de los municipios vascos son menores de 5.000 habitantes, y únicamente el 2,3% supera los 50.000 habitantes).

R: Valorar la situación actual de las políticas culturales municipales en la CAPV nos deja un sabor agridulce. Por una parte es obvio que se ha avanzado mucho, pero la sensación general es que sigue quedando otro tanto por hacer. Y ello nos plantea un problema, puesto que la coyuntura actual ya no es la del crecimiento continuo. Hay una cierta sensación de que, presupuestariamente hablando, las políticas culturales locales están llegando a su tope o cuanto menos se ralentiza su crecimiento, no tanto porque nos guste sino porque las Áreas de Hacienda se encargan de recordárnoslo.

La paradoja es que hasta cierto punto somos prisioneros de nuestro propio éxito. Si algo se ha comprobado en política cultural es que el principal resultado de la oferta pública local no ha sido saciar la demanda preexistente, sino generar nuevas y mayores demandas, y en cada vez más colectivos. En este sentido, a los técnicos culturales locales nos toca cada vez más asumir un rol ingrato: poner de manifiesto que hay un tope, y que la institución local no puede (y quizá tampoco debe) satisfacer todas las necesidades culturales de una localidad.

Esta cuestión está íntimamente ligada con otro reto, que es la superación de los presupuestos cautivos. Poner en marcha un nuevo equipamiento, servicio o programa es sin duda complejo. Pero todavía lo es mucho más intentar cerrar aquellos que por las razones que sea no funcionan. Nadie parece atreverse ni siquiera a debatir sobre el futuro de numerosos dinosaurios culturales que lastran nuestros presupuestos como una losa, y que impiden que entre aire fresco en las políticas culturales locales.

En cualquier caso me parece que los grandes retos del futuro van más por poner el énfasis en las mejoras organizativas y de gestión que en la implementación de nuevos programas. ¿Las Escuelas de Música han de estar en Educación o en Cultura?, ¿qué futuro tienen las microáreas como Mujer o Juventud?, ¿cómo evitar que un Organismo Autónomo se convierta en un chiringito?, ¿cómo conocer mejor a nuestros públicos y no-públicos?, ¿cómo captar patrocinio sin caer en el tradicional asalto a la Caja de Ahorros?, etc.

Pero quizá el mayor desafío sea conseguir una articulación territorial adecuada. Por tendencia natural, y actualmente mucho más, las políticas culturales tienden a la gran escala. Así que ahora, precisamente cuando más éxito tienen las políticas culturales, es cuando más difíciles resultan de aplicar a la escala de los pequeños y medianos municipios. Si ya el modelo de democratización cultural era difícil de llevar a la práctica, el modelo actual centrado en el impacto económico y el posicionamiento mediático es sencillamente inalcanzable.

Es justo reconocer que quizá pecamos de exceso de localismo. Vale que las fiestas de un pueblo no se pueden celebrar en el de al lado, pero carece de sentido repetir las mismas actividades culturales a escasos metros. Nos saldría más rentable fletar autobuses para los interesados al teatro del pueblo de al lado, bocadillo incluido. Se echa de menos pensar un sistema cultural con cabeceras, quizá a escala comarcal, o aumentar el rol coordinador de las Diputaciones y el Gobierno, aunque esto pueda sonar a herejía contra la autonomía municipal.

P: Cadena de valor del sector cultural e intervención municipal: de la cadena de valor cultural (formación e investigación, creación, producción, distribución y exhibición y consumo cultural) ¿en qué ámbitos se centran las actividades municipales y por qué?

 R: Un hecho evidente es la descompensación de la acción cultural municipal tanto respecto a los distintos eslabones de la cadena de valor como respecto a los diferentes sectores de intervención. Descompensación lógica y normal, tanto por nuestro ámbito competencial como por el contexto en que nos hemos movido.

Por ejemplo, desde la cadena de valor es evidente que los municipios nos hemos centrado en la puesta en marcha de equipamientos y programas de difusión. Es lo que la ciudadanía nos demandaba, lo que más urgente resultaba por la escasez de equipamientos y, por qué no decirlo, lo que mejor sabíamos hacer. Ahora deberíamos estar en condiciones de entrar a una nueva fase que intente preocuparse un poco más del apoyo a la creación y producción, aún reconociendo que no es nuestro segmento más propio y que prioritariamente debería serlo de otras administraciones.

Desde luego la acción municipal al respecto no puede ni debe ir orientada a crear más macroequipamientos, ni nuevos cuerpos de funcionario-artistas, ni chiringitos a la medida de divos locales. Pero, por ejemplo, una red de centros multifuncionales o interdisciplinares para la producción no tiene por qué ser necesariamente cara, y podría dar juego a los municipios medianos de nuestro país.

Por otra parte, siguiendo con el tema de las descompensaciones, también es evidente que unos sectores culturales están más cubiertos que otros desde la administración local. La música clásica (por tradición), el libro (por obligación legal) o las fiestas (que es lo que motivó nuestra aparición) están relativamente cubiertos. Otros sectores han ido creciendo a distintos ritmos, no ha habido un tratamiento homogéneo y la foto es incompleta, en parte porque las necesidades son distintas y en parte porque no se pueden acometer. Hay sectores que demandan su equiparación con la cultura más clásica, pero esto cada vez es más complicado. Por ejemplo el sector escénico, aunque sea en el que más hemos invertido desde los municipios, sigue comparativamente por debajo de otros sectores y fundamentalmente del musical. De hecho los teatreros reivindican periódicamente escuelas de teatro como las que existen de música, un centro superior de formación equivalente a un conservatorio, o compañías municipales residentes como orquestas o bandas; la cuestión no es si tienen razón o no, sino que muy difícilmente desde los municipios se va a conseguir completar el puzzle. Y no digamos ya nada de otros sectores, así que tendremos que aprender a priorizar y también a recordar a otros palos institucionales que deben aguantar sus velas.
Y, ligado a esto, veo otro problema que es que nos estamos quedando atrás respecto a intervenir en sectores emergentes. Creo que uno de los grandes éxitos de estos ventipico años de gestión cultural ha sido haber modernizado la imagen de la cultura municipal, saliendo del sotacaballorey del folklore casposo y los gigantes y cabezudos. Pero ahora nos estamos anquilosando un poco. Hay un montón de colectivos con iniciativas vanguardistas y transversales que nos suenan a chino, y lo único que hacemos es intentar que en nuestro formulario de subvenciones elijan si lo suyo es música o artes plásticas, porque para las dos cosas a la vez no hay casilla.

Y, quizá, además de lo más moderno también deberíamos recuperar lo más antiguo, todo aquello de lo sociocultural y el tejido asociativo, de lo que parecimos huir como de la peste. Estaría bien que lo socio volviera a tener un papel relevante ahora, y no cuando llegue una época de crisis o conflictividad social, porque entonces será tarde para acordarse del tejido social y no se podrá resolver nada. Creo que hay que represtigiar las políticas de proximidad, y eso evidentemente se ha de trabajar a escala local.

P: Lo local y el Observatorio Vasco de la Cultura. Cada vez se habla más de la profesionalización de la gestión cultural local, y se desarrollan y aplican herramientas empresariales (planes estratégicos,…), se elaboran guías y manuales de apoyo, etc. En este contexto, ¿qué papel puede jugar el Observatorio vasco de la Cultura? ¿Qué puede aportar a los municipios? Y ¿qué puede aportar lo local al Observatorio?

La puesta en marcha del Observatorio cubre un hueco evidente y confío en que nos aporte herramientas que mejoren nuestra gestión. Hasta ahora los técnicos culturales hemos funcionado muchas veces por intuiciones, y aunque en general no nos ha ido mal no podíamos seguir mucho tiempo así, ni podemos cubrir nuestras necesidades de información y marcos de referencia desde la escala local. En los ayuntamientos estamos la infantería de la política cultural, y lo prioritario es ir mirando al suelo para no tropezar. Está bien que se haya generado una estructura, por pequeña que sea, que nos ayude a otear el horizonte.

Aunque compaginar Observatorio y ámbito municipal no es tarea fácil.

Por una parte es claro que el alcance del Observatorio ha de trascender lo local. En este sentido el Observatorio empieza tarde pero bien, porque afortunadamente sólo tenemos uno y no por triplicado (uno por capital, como venía siendo habitual). Pero si el Observatorio se autonomiza demasiado y no contempla la dimensión territorial puede heredar los peores tics de la universidad, con mucho Power-Point pero poco conocimiento.

En este sentido la misión del Observatorio debería ser no solamente darnos datos macro para orientar la acción local, sino también ayudarnos a analizar lo micro. Sería deseable que a medio plazo el Observatorio pudiera firmar convenios bilaterales con ayuntamientos para, por ejemplo, facilitar la explotación o desagregación de datos locales de los estudios generales o para coordinar estudios municipales a la carta.

Y por supuesto confío en que el Observatorio nos traiga, además de un potente aparato demoscópico, un aporte cualitativo. Que nos haga reflexionar, que nos descubra mundo más allá de Barcelona, y que organice esos foros de encuentro que aunque no suelen servir para mucho nos permiten ver a viejos amigos de la profesión.

P: Sinergias con el Observatorio Vasco de la Cultura. El Ayuntamiento de Bilbao participa en el Grupo de trabajo creado para vertebrar un Plan de Análisis cultural territorial –PACT(O)- con la FEMP. En este grupo se está trabajando en la identificación de indicadores para la evaluación de las políticas locales. ¿Qué avances hay al respecto? ¿Considera pertinente la interacción y el intercambio de información con el Observatorio Vasco de la Cultura?

Lo verdaderamente representativo es que una institución con tan escasos recursos como la FEMP se lance al ruedo de intentar dar soporte a la política cultural municipal y aborde un tema tan árido pero tan urgente como el de los indicadores. Ciertamente dice mucho de la Comisión de Cultura de la FEMP, y en especial de su Directora Juana Escudero.

También es significativo que Bilbao se haya sumado a la FEMP y en general que distintos ayuntamientos vascos tomemos parte normalizada en diversos foros, tanto para recibir aportaciones como para aportar.

Respecto al trabajo concreto de la FEMP, su alcance será limitado pero sin duda interesante. Por la metodología planteada (un grupo de trabajo integrado por técnicos culturales, que se reúnen de manera voluntaria, con el apoyo de una consultoría), no se pretende desarrollar un sistema exhaustivo de indicadores, lo que exigiría una dedicación y unos recursos con los que el grupo de trabajo no cuenta. Así que se ha optado por centrarse en diversos ámbitos temáticos relacionados con la Agenda 21 de la Cultura: participación, acceso a la cultura, transversalidad de las políticas culturales, etc. Aunque enmarcarse bajo el paraguas de la Agenda 21 no ayuda mucho (y que me perdone su impulsor Jordi Pascual, que es un excelente profesional, pero lo de la Agenda 21 de la Cultura es un poco cuento), creo que este trabajo de indicadores será muy aprovechable.

En cualquier caso lo obvio es que la interacción del Observatorio con cualquier entidad que tenga algo que decir en el campo de la investigación cultural es fundamental. Y está muy bien mirar a Québec, pero igual la FEMP y la SGAE están más cerca, aunque a algunos parezca darles grima llamar a su puerta.

Fecha de la última modificación: 16/03/2007
Euskadi, bien común